6.7.06

Delincuencia. Es sólo la fiebre en la enfermedad

Nueve horas e inicia el noticiero en un volumen aumentado la noche del sábado. Presentamos Teletrece, casi grita el anunciador, arrastrando la pronunciación en cada una de las ées del nombre del programa. Por detrás una música con ritmo acribillador, dejando implícito, si se observa bien, el tenor de las nuevas. Arranca con un homicidio, que ocurre en algún lugar cualquiera del país, un sitio como el tuyo. Se enumeran cuidadosamente las balas y se da cuenta del modus operandi de los agresores. A los pocos segundos una mujer llora dentro de cada hogar de nuestra nación. Una chilena, una madre, un alma femenina, nos consterna, sentimos compasión, nuestros corazones son tocados profundamente. Percibimos el temor que esta mujer transmite porque su transfusión es directa, al manipularse nuestra parte más sensible, nuestro hogar. Los chilenos somos violentados por la ejemplificación de la maldad humana, cuya muestra es enarbolada como la realidad actual en nuestro país, obviándose todo el resto, incluidas la nobleza y la generosidad de nuestra gente heredada de los españoles, así como el amor por la tierra y nuestras tradiciones, íntimamente arraigado en nuestro pueblo.

No merecemos tan grotesca forma de presentar nuestra realidad. No es justo que por siglos se nos esté haciendo circular ángulos tan agudos de la realidad por parte de los medios de comunicación que, con fines políticos y económicos, se mantienen envenenando Chile, pervirtiendo conciencias, deformando la historia, tergiversando la ética y las costumbres de los pueblos, y exponiendo al desprecio y al escarnio a las clases más pobres.

Aquellas personas que siguen sólo las voces y temas que penetra la clase más rica y poderosa a través de los medios -- ampliamente controlados por ellos --, olvidan, o no observan, que la información propagada necesariamente busca generar condiciones para la consecución de sus propios objetivos. Una fórmula ancestral, por lo demás, el control de la información para hacernos gobernables.

La pobreza es el único aspecto en que ha ocurrido un crecimiento durante los últimos diez años en latinoamérica -- incluido Chile -- en tiempos que no han sido especialmente complejos desde el punto de vista económico. Sin embargo, la plata sólo ha ido a engrosar aún más las carteras de los más poderosos. Todos los estudios serios lo indican.

La marginación de las clases más pobres, sólo genera personas más incultas y con menos valores; personas con escasas opciones de trabajo y con precarias condiciones de acceso a salud; hacinamiento que conlleva a mayor violencia hacia el interior y exterior de la familia, y un sinfín de efectos colaterales que no hace falta enumerar. Por ende, existe un ambiente de gran vulnerabilidad para los niños que nacen y se crían en este entorno.

Una respuesta social hacia la marginación y la pobreza es la ilegalidad. El instinto de sobrevivencia del ser humano lo lleva a entre otras cosas a acudir a la informalidad del mercado, al tráfico de drogas y, también, a la delincuencia.


Ni las alarmas, ni las rejas, ni los cercos electrificados ni todos tus seguros contratados van a detener tu sensación de inseguridad. El diagnóstico se está errando porque hay que luchar contra la enfermedad y no contra uno de sus síntomas. De lo contrario va a persistir. La delincuencia corresponde a la fiebre dentro del cuadro patológico. La delincuencia no constituye el agente que produce la enfermedad, sino es sólo un efecto, una manifestación de ella. Para eliminar la fiebre debemos atacar la bacteria o el virus que produce el mal. Entonces debemos entender que la marginalidad es el mayor responsable de la delincuencia y que debemos atender globalmente este problema. Es un problema que parece ser de una sola clase social, pero que por sus efectos termina siendo transversal. Por lo tanto, este sí que es el padre de los problemas de nuestro país.

No me queda claro si el egoísmo es el que no nos deja ver esta relación dependiente o si los grupos dominantes la ven y nos la ocultan a la población. Lo cierto es que veo a una clase pobre marginada y las clases media y alta atemorizadas. Veo un círculo vicioso. Y al parecer, NO quieren que salgamos de ahí.


(*) El programa citado fue transmitido el 02 de Julio recién pasado