22.11.07

aparte no hay quien las reciba

Sólo funcionan los semaforos hoy y por ahí oyes el sonido de un auto pasar. Pero no sopla ni el viento. El famoso día-de-gracias. Ni para comerse algo hay. Todo es candado y letreros the i'm sorry, we really hope you... we really hope you nothing, no me sirve para nada tanta disculpa. No funcionan las salas de cine, no contestan los teléfonos, está cerrado el bolichito donde muestran los deportes. Qué se puede hacer en el día en que se comen todos los pavos de este país, dejen alguna sobra al menos. En la oficina no vi un alma, menos en todo el complejo. Sobraba lugar para dejar el auto. Trabajé, trabajé, trabajé, trabajé y cuando me di cuenta que estaba cansado y que quería irme a casa, al mismo tiempo supe que no había nadie más en esta ciudad. 5 horas de noche antes de acostarme me quedan y no sé que mierda se hace en un día tan aburrido como el de hoy. Sólo sé que tengo que dar las gracias este día jueves, pero no sé qué justifica hacerlo

13.11.07

Speeding

Noventaydos, haber, cuanto es, mmmm, tac-tac por tac-tac-tac igual, ciento cuarenta y siete, no se puede creer, sí que iba rápido ehhh!!, pero bueno, cuatro horas el viernes, ocho el domingo y cuatro y ½ el lunes, bueno, sino te agarran, eres maradona del ochentayseis. Pero que te pistoleen a ocho miserables millas de casa es de una infamia... –ahí viene– yes visiting, how long?, ehhhhh, two months, yeahh; clac, clac, clac –mi mandíbula–; on may the seventh, nineteenseventy, yes that no says there I know, I am foreigner –chiflón por la espalda, por mientras–; mmmmm, the insurance?, mmmmm, is this?, no it isn't, so what about this –puta, era por suerte– yes, is from a friend of mine –como le explico que no es arrendado a este paco de mierda– no, no, just for a while, I am visiting –se fue pa' tras por suerte, yo creo que zafé, uyyy, ahí viene de nuevo– my sign? where? at the red box?, ok; yes I understood; what should now happen? the court?, rrrrrrrrr –diente con diente – ok, thank you very much, I appreciate –le termino dando las gracias más encima, el muy hueón, pero que más hacía–. Cincuentaydos.

8.11.07

mándenme al genio ese del de el ajuste horario

Hace menos de una semana, hundía las nalgas en la espuma del asiento frente al escritorio cuando el sol apenas levantaba, y las sacaba a tiempo de llegar a casa con luz de día. Hoy, cuando hago crujir el cerrojo a las mismas cinco de la tarde, de tarde no queda nada. Entonces cuando ya he hecho tres o cuatro cosas, miro al de las agujas y dice seis y media. Invento otras dos estupideces más, son siete y cuarto. Y con tanta noche por delante, no me queda más que ponerme a escribir simplezas, que no sirven más que para que sean las siete tres cuartos, porque de las siete parece que no salimos, entonces busco la tv, pero claro, que puedo ver ahora si no tengo cable ni antena, ergo –qué horrible palabra, pero ahora me queda– reviso mi correo por septuagésima vez en el día –ya dije que del siete no salíamos, por eso tantas– y se cae la maldita puta señal, que en realidad llega porque a los del frente les sobra, pero por momentos se la quedan toda, entonces me obligan a cambiar de idea –qué idea dirán algunos– de pasatiempos quise decir, pues entonces vuelvo a esta insensatez que vegeta en la rompiente, sin quilla ni cabo, mientras resiste el fuerte peso del segundo, que ya casi no transcurre, pero ahí delante están las ocho, sí, son ocho por fin, y quedan diez segundos, pero son segundos largos, tan extensos como ya había visto acá una vez, pero de pronto, tín!, el instante anhelado, las ocho, sí, no cabe dudas, y entonces se me empieza a acabar el efecto de ordenarlas palarbas biii mekiboco, ennotces ueq uhccha ghao hstaa las zied hoara...... snnnnnnffffffffffffff..... rpiesro no sám... snnnnnnffffffff...... fffuuuuuu....... snnnfffff...... fffuuuuuuu


¿inspirar sonaba con una i entre la n y la f, no?
09 Nov. 07

1.11.07

ni tampoco sabía decirlo, por lo demás

Y claro, ahora debo embutírmelos uno a uno, cómo iba yo a saber. Si tan sólo hubiese seguido el consejo de mi madre, ahora al menos tendría unos kisses para devorármelos gota a gota. ¡Pero tenía que haberlos cambiado por estos masticables que más parecen plasticina abarrotada de alquimia, que un producto para consumo humano! Si no sabes la respuesta y estás entre dos, deja siempre la que elegiste primero, no cambies de decisión al final, la recuerdo a ella con ese dedito así para arriba. Pero pensé que a estos niños, qué niños me digo ahora, les iban a rayar estos skittles y starburst, porque siempre los he visto rellenarse hasta la traquea con estas golosinas como si tratara de quien hace la bola mayor. Así que bueno, en ellos pensaba, y ahora me veo como dándole explicaciones a mi vieja -que nada entiende de esto- por el repentino vuelco que hice esa tarde cuando me preparaba a última hora para la fiesta. Fiesta que los locales venían avisándome hace semanas, con esa multiplicación infinita de calabazas de todas las formas y el despliegue horrendo de telarañas artificiales con que forran cada arbusto indefenso en los jardines anteriores, que acá a veces se escapan hasta el borde de las avenidas. El síndrome del gigante egoísta todavía me embarga, si tan sólo hubiese tenido que levantarme al menos una vez para separar la puerta del muro. Confieso que entre las dudas, hice el ejercicio de hundir el timbre, claro, si no sabía si lo tenía, hasta ahora no le sabía el sonar. Esa bolsa de chocolates que quedó desordenada en el otro estante del supermercado, era especial para tenerla abierta ahora, así la decepción tendría tregua, pero pienso, cualquiera se hubiese dejado llevar. El paquete de los masticables decía, 90 pieces, perfect for trick or treating, todo anaranjado así, me brillaron los ojos cuando imaginé a los niños en hilera con esos disfraces que han esperado semanas para poder estar colgados sobre sus pequeños dueños. Mamá siempre tiene razón, no debí haberla cambiado si no sabía. Encima si acá en el pueblo van todos al parque y claro, los fuegos artificiales tampoco los vi, ni tampoco esas calabazas rodantes de las que hablaba una señora esta mañana, mientras hacía cenizas con la otra mitad del cuerpo hacia el interior de su casa. Lo cierto es que anoche no abrí ni bolsa ni puerta durante la espera. Y ya cuando desperté helado con la cabeza abollada contra el escritorio, supe que la fiesta no era para mí, y si claro, nadie me había pedido en realidad colaboración alguna.


trico-trí trico-trí
31 Oct. 07