22.9.05

(ctgIV) Estados Unidos en Sudamérica, ¿y nosotros qué?

Estados Unidos y su política intervencionista, penetra ahora en nuestro subcontinente. Un acuerdo militar con Paraguay conviene que cuatrocientos marines norteamericanos puedan ingresar a su territorio durante los próximos 18 meses, tiempo que puede ser incluso prorrogado. Las tropas se asentarían en un lugar cercano a la frontera con Bolivia y a sus soldados se les ha concedido inmunidad. La noticia revelada por un diario argentino a mitad de este mes, ha sido escasamente difundida en nuestros medios, según he podido constatar. Para Chile al menos, este parece no ser tema.

Los tres argumentos oficiados para explicar este hecho indican que los estadounidenses sospechan que existen operaciones islámicas en la Triple Frontera, que el líder cocalero boliviano puede ser una amenaza para desestabilizar la armonía continental y que las fuerzas revolucionarias colombianas planean extenderse en el cono sur. Honestamente, me cuesta definir lo que me produce esta pobre argumentación. Levanta suspicacias, evidentemente. Mi experiencia me dice que cuando se entrega más de una razón para justificar algo, pierden éstas totalmente su validez. Si existe justificación para que no haya otra salida que la intervención, la razón debe ser una. En verdad, esto huele a podrido.

¿Por qué entonces Estados Unidos se interesa en aumentar su presencia militar en nuestro continente (recordemos que ya está en Colombia, supuestamente para combatir el narcotráfico)? ¿Qué hay detrás de esta nueva acción? ¿Cuál es la necesidad de Paraguay de entregar parte de su soberanía permitiendo la permanencia de los marines en su territorio? ¿Debe esto pasar inadvertido por nuestras casas de gobierno?

No hace falta ser analista internacional para notar que este es uno más de los mecanismos de control que quiere ejercer Estados Unidos sobre nuestros países. Mantenernos a raya. El ingreso se produce mientras Brasil se encuentra poniendo algunas condiciones precisamente a la Casa Blanca y además intenta postularse en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro permanente. Argentina, en cambio, guapea ante el Fondo Monetario y en su estrategia internacional coquetea con Venezuela y Cuba, poniendo una cuota de preocupación a la política norteamericana, al sentir amenazado el sistema político y económico que predomina en la región. La presencia de soldados norteamericanos en un país que constituye una bisagra entre los dos países más ricos e influyentes, sin duda es una jugada estratégica que nos debiese causar preocupación. Una protesta de todo el subcontinente debiese estarse urdiendo por esta amenaza encubierta de buenas intenciones. La potencialidad de un mercado económico en el Cono Sur, no es bien vista íntimamente por el país del Norte, quien prefiere apostar a la vieja usanza de dividir para gobernar.

¿Qué llevó a Paraguay a tomar una decisión como ésta? Suponiendo que la corrupción no es parte de esta figura, seguramente la necesidad hace que cosas así sucedan. Un informe elaborado por la ONU y entregado hace un mes (*), señala que Latinoamérica es la única región del mundo en que la pobreza ha aumentado en los últimos diez años. Hay más pobres proporcionalmente que antes, lo que indica que el tema no constituye todavía una prioridad para nuestros gobernantes, sino de otra forma, habría disminuido conforme al desarrollo económico alcanzado por la región en este período. Sin embargo, Paraguay se encuentra bastante más rezagado en este contexto y seguramente resultó ser ésta una importante razón para que este convenio progresara, constituyendo una buena fuente de ingresos para amilanar sus requerimientos internos. Además, el país del Chaco supone la posibilidad de alcanzar un acuerdo de libre comercio en forma directa con el del Norte, a costa sin duda de acabar su permanencia en el Mercosur.

Resulta indispensable poner los ojos en los tratados de integración económica de la región. El Mercosur no ha sido capaz de jugar un rol que fortalezca las naciones que la conforman. En los últimos años, conforme a presiones internas y a egoísmos intrínsecos, los gobernantes de los países miembros no han logrado proyectar el submercado internacionalmente, otorgándoles ventajas a sus miembros por pertenecer a éste. El hecho de que los países remen con la proa hacia la ribera de sus intereses propios, nos encuentra desorganizados y la primera potencia mundial contragolpea y nos pega en el corazón. En todo el centro de nuestra región. Ya es tarde para que el Mercosur le exija a Paraguay que deba consultar al conglomerado sobre la posibilidad de que Estados Unidos permee nuestras fronteras. El acuerdo económico para Paraguay debe resultar lo suficientemente jugoso como para acceder, más aún si su membresía en el bloque no le reporta beneficios y sea capaz de ponerla en juego.

Chile, el mateo del barrio -adjetivo que se ha acuñado últimamente en la prensa local- parece muy complejo que pueda dar pasos pro continentales. En primer término, no tiene al continente dentro de sus prioridades, a excepción del sector privado que planea extender sus inversiones en diversos países. Sin embargo, como nación no propulsamos una política integracionista. En segundo término Estados Unidos es nuestro principal mercado, con lo cual estamos demasiado vulnerables comercialmente. Cualquier ademán de nuestra diplomacia puede poner en jaque nuestra economía. Al menos así me parece deben ser los cálculos de nuestro organismo de relaciones exteriores. Por tanto, pareciera que Chile poco o nada puede pretender hacer acerca de este hecho. A nuestros amigos sudamericanos debiésemos decirles que no cuenten con nosotros.

Los gobernantes de los distintos países sudamericanos no logran la integración económica. Sus propios intereses los hace tropezar en este objetivo. Suponiendo que el objetivo se mantuviese vigente y la conciliación de intereses fuese necesariamente lenta, ¿no será momento de que se alcancen acuerdos regionales sobre otros aspectos que no necesariamente deban remitirse a temas comerciales? Si a nivel mundial existen compromisos de disminución de emisiones, de prohibición de contaminación de los océanos, de cooperaciones en aspectos como salud y educación entre distintos países, etc. ¿por qué no podemos abordar un compromiso que implique evitar que hechos como éste se repitan por causa de las decisiones oportunistas que tome un gobernante de turno? Ya que no hemos sido capaces de superar nuestros problemas internos, podríamos ocuparnos de concordar otros lineamientos.

La intervención norteamericana no debiese ser bien vista a ojos de nuestras naciones. Es tiempo de que nos agrupemos y aunemos esfuerzos para la mantención de la soberanía en Sudamérica.



22 Sep. 05
(*) Noticia entregada el 21 agosto por CNN en español, que incluye a nuestro país.

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