8.11.07

mándenme al genio ese del de el ajuste horario

Hace menos de una semana, hundía las nalgas en la espuma del asiento frente al escritorio cuando el sol apenas levantaba, y las sacaba a tiempo de llegar a casa con luz de día. Hoy, cuando hago crujir el cerrojo a las mismas cinco de la tarde, de tarde no queda nada. Entonces cuando ya he hecho tres o cuatro cosas, miro al de las agujas y dice seis y media. Invento otras dos estupideces más, son siete y cuarto. Y con tanta noche por delante, no me queda más que ponerme a escribir simplezas, que no sirven más que para que sean las siete tres cuartos, porque de las siete parece que no salimos, entonces busco la tv, pero claro, que puedo ver ahora si no tengo cable ni antena, ergo –qué horrible palabra, pero ahora me queda– reviso mi correo por septuagésima vez en el día –ya dije que del siete no salíamos, por eso tantas– y se cae la maldita puta señal, que en realidad llega porque a los del frente les sobra, pero por momentos se la quedan toda, entonces me obligan a cambiar de idea –qué idea dirán algunos– de pasatiempos quise decir, pues entonces vuelvo a esta insensatez que vegeta en la rompiente, sin quilla ni cabo, mientras resiste el fuerte peso del segundo, que ya casi no transcurre, pero ahí delante están las ocho, sí, son ocho por fin, y quedan diez segundos, pero son segundos largos, tan extensos como ya había visto acá una vez, pero de pronto, tín!, el instante anhelado, las ocho, sí, no cabe dudas, y entonces se me empieza a acabar el efecto de ordenarlas palarbas biii mekiboco, ennotces ueq uhccha ghao hstaa las zied hoara...... snnnnnnffffffffffffff..... rpiesro no sám... snnnnnnffffffff...... fffuuuuuu....... snnnfffff...... fffuuuuuuu


¿inspirar sonaba con una i entre la n y la f, no?
09 Nov. 07

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